viernes, 6 de julio de 2012

Palacio Euskalduna, metamorfosis


El Palacio Euskalduna, tras un sueño intranquilo, se despertó convertido en un monstruoso insecto. Como en un cuento de horror y ternura, un centro de música y congresos ha amanecido a la orilla del Nervión mutado en una suerte de gigantesco caracol. Unas pequeñas patitas soportan la cabeza del animal, lo que antes eran las oficinas, y el cuerpo se ha tornado en un inmenso caparazón metálico y oxidado.

 Federico Soriano y Dolores Palacios (1999) han ensayado alegorías navales que han tomado vida propia. El tono rojo del exterior del auditorio ha contaminado la metáfora original formando la poderosa imagen de una concha grandiosa. El contraste con el pequeño edificio de oficinas, soportado por una pequeña columnata, aporta la vitalidad requerida al conjunto.

 Algún día, en un amanecer como cualquier otro, Bilbao se despertará con un fragor estridente. El chirriante rugido no será el de una gran diva calentando las cuerdas vocales en el Palacio Euskalduna. Será el mismo Palacio que, arrastrándose lentamente, habrá decidido ver mundo.