martes, 24 de julio de 2012

Kiosko del Arenal, Ispizua enamorado


El versátil Pedro Ispizua parece abandonar momentáneamente su racionalismo cool y sus elegantes aderezos Art Deco para adentrarse en los rincones más soñadores de un tardío Art Nouveau.

 El Kiosko del Arenal (1923) nos muestra un arquitecto más retozón o tal vez más humano. Nunca sabremos de donde viene la inspiración que da un color inusual a esta obra de Ispizua.

 Nunca sabremos si nace de un romántico viaje a París, de un lánguido paseo por el Campo Volantín o quizás, de dos tazas de café y un inesperado roce de manos.