Un poeta confesó, tal vez fue Robert Frost, que cuando se
sentaba a jugar con las palabras siempre salía algo. Los arquitectos Legorreta,
Aurtenechea e Iriondo han rebuscado también en su vieja caja de figuritas geométricas
y colores y se han puesto a trastear con los cuadrados y los ocres. El feliz
resultado es un pulcro edificio con algún regusto postmoderno.
Algunos árboles genealógicos lo emparentan improbablemente
con la obra escultural de Eduardo Chillida, más propensa a torcer y horadar la
piedra y el metal que a las estrictas formaciones de cuadriláteros que ordenan
las fachadas del Meliá.
La disciplinada disposición de las ventanas, como
un pequeño ejército napoleónico, es una invitación al orden y la limpieza. Porque,
después de todo, ¿Qué más se puede pedir a un hotel?
Hotel Meliá (Antiguo Sheraton)
Lehendakari Leizaola 29
Foto: wikipedia