viernes, 2 de diciembre de 2011

Sede del antiguo Banco de Vizcaya; la banca, como siempre, a su aire

Los brillos rosados que irradia este lustroso adoquín profetizan tal vez un futuro del mismo color. O al menos así se pudo entender en 1970, cuando se inauguró este rascacielos para el Banco de Vizcaya por obra y gracia de los arquitectos Torres, Casanueva y Chapa, y cuando las grandes empresas planificaban el futuro con la vista puesta en los siguientes 30 o 40 años. Hoy la situación más allá de 30 meses es insondable y 3 meses ya es casi largo plazo.

Los dos volúmenes de esta torre fueron creados para albergar una legión de oficinistas como los que poblaban los páramos cubiertos de mesas de aquella compañía de seguros imaginada por Billy Wilder en “El apartamento”. Ahora los tiempos han cambiado y en esos inmensos espacios ya no resuenan los traqueteos de las máquinas sumadoras ni los escarceos de Jack Lemmon y Shirley Maclaine. Pero si nos queda la frialdad del estilo internacional de este edificio que como tantos otros similares, solo ofrecen ya apenas unos juegos de luz. El racionalismo, cuando cambia de escala y tiende al gigantismo, pierde la humanidad y mucha de la elegancia que es al final su esencia.

La arrogancia económica de finales de los sesenta propició o permitió la ruptura de muchas de las tradiciones urbanísticas del ensanche bilbaíno. Las normas del decoro arquitectónico sucumbieron a las formas, estilo y altura de un edificio impulsado por una banca, que como en tantas ocasiones, se ha sentido de otra raza o de otro mundo, sin sujeción a las leyes humanas y sin contar, por desgracia, con Shirley Maclaine como empleada.

Sede del antiguo Banco de Vizcaya
Plaza Circular

Foto: wikipedia