Las ciudades, como todos nosotros, se ven obligadas a veces a limpiar el trastero. Este hábito saludable e higiénico acaba en ocasiones en pequeñas calamidades o en grandes disgustos. Cuando el que limpia no es el mismo que el que ha guardado, la intención puede ser diferente y hasta aquella colección de viejos vinilos de Fleetwood Mac puede terminar en el contenedor.
Los intereses mercantiles y los del ciudadano con sentido y sensibilidad tampoco parecen coincidir en el edificio del RAG. Esta notable pieza racionalista de Diego Basterra (1933) va a terminar en la escombrera, o en donde quiera que vaya la buena arquitectura una vez que sucumbe a la piqueta. Tal vez estas cosas son inevitables, tal vez la dinámica de las ciudades es renunciar a lo malo y también a lo bueno.
En cualquier caso, vamos a echar de menos ese pequeño rinconcito Bauhaus que tenía Bilbao. Recuerdo de un pasado industrial, cuando apenas quedan ya vestigios dentro de la ciudad y ejemplo representativo de un estilo racionalista plagado de curvas y blancos luminosos.
Los viejos cacharros acaban a veces ante la indiferencia del trapero cuando podrían haber sido el gozo del anticuario.
Edificio RAG (In Memoriam)
Alda . de Rekalde esquina Fdez. del Campo