viernes, 16 de diciembre de 2011

Parque de Doña Casilda, modales y buena educación

Alexander Kinglake, viajero flemático y curioso y tal vez el más brillante de los historiadores militares, nos cuenta que mientras atravesaba con desgana alguno de los desiertos que abrasan las geografías del Cercano Oriente, vio acercarse desde la lejanía un solitario viajero acompañado por su sirviente.

Al cabo de un tiempo se apercibió de que también era un occidental. Poco antes de cruzarse y pese ha llevar varios días sin ver a nadie salvo a su propio criado, Kinglake decidió que no era necesario detenerse, empujado quizá por la inercia, la languidez o simplemente el hábito de sus paseos por los parques de Londres, y que bastaba una leve inclinación de cabeza. El desconocido respondió gentilmente de la misma manera y ambos continuaron su ensimismado camino por el desierto.

Los grandes parques londinenses han sido capaces de modelar los hábitos corteses de muchas generaciones de británicos y cabe preguntarse si el de Doña Casilda ejercerá en los bilbaínos una influencia similar. Las fuentes, paseos y alamedas creadas por Ricardo Bastida y Juan Eguiraun (1907) han recreado con detalle ese aire casi victoriano y Bilbao ofrece también en ocasiones magníficas réplicas del peor tiempo inglés.

Un breve paseo por el parque de Doña Casilda basta para recordarnos lo que un puñado de árboles puede conseguir.

Foto: wikipedia