martes, 13 de diciembre de 2011

Estación de Abando, un tren de lejanías

Hay lugares que no son el remedio contra la melancolía. Si atravesamos un día deslucido y el pájaro de la tristeza busca anidar en nuestra cabeza, mejor que nos mantengamos alejados de la estación de Abando. 

La arquitectura del régimen pobló España de muchos edificios administrativos y funcionales similares a este de Alfonso Fungairiño (1941-1950), de los que, más allá del clasicismo sin vida, solo quedan unas cáscaras huecas llena de legajos y puños raídos.

La tristeza de aquellos años se eleva sobre el desganado conjunto de paramentos almohadillados, frontones y pesadumbre. Ni siquiera la estructura metálica que cubre la nave central, aprisionada entre aburridas fachadas laterales, puede aportar gracilidad al conjunto.

La memoria de la emigración de los años cincuenta acecha los andenes y cuando el penetrante silbido de la locomotora anunciaba la partida del tren, renace la promesa de un futuro mejor en un país lejano, entre una abundancia de prosperidad, trabajo y salchichas de Frankfurt.

Estación de Abando
Plaza Circular 2

Foto: wikipedia