domingo, 4 de septiembre de 2011

Edificio Idom, la ventana indiscreta

La nueva sede de la empresa de ingeniería Idom se acaba de incorporar a los paisajes de Bilbao. El arquitecto Javier Pérez Uribarri ha imaginado un funcional bloque de vidrio encorsetado en un armazón de lamas verdes.

Es fácil sospechar que la verdadera naturaleza del edificio sea hacia dentro, oculta al viandante, más como una máquina precisa y eficaz, que seguro que los empleados de la compañía aprenderán a estimar, o quizá a detestar.

Pero al humilde peatón aún le queda el resultado estético de las lamas verdes. Las multinacionales del conocimiento como Idom cotizan más por lo que saben que por el valor contable de sus activos. Por eso, las lamas de esta enorme persiana que la envuelve a lo mejor no son una metáfora gratuita. Esta persiana podría servir para proteger del sol, algo que podemos descartar en Bilbao por improbable, o para ocultar algo, ya sean nuestros pecados como en la mayoría de hogares del sur de la Europa católica, o la preciada información de esta influyente empresa. 

Los secretos puede que no permanezcan siempre ocultos porque las aberturas en las lamas parecen hechas por un gigante, que deseoso de curiosear el interior, ha separado las lamas con dos dedos enormes y apoya además su otra mano en las demás lamas comprimiéndolas aún más. O puede que el arquitecto, inquieto ante una posible acusación de monotonía por la fachada de lamas, haya decido romper el ritmo horizontal con la esperanza de aderezar y alegrar el resultado final.  

Las personas que posean alguna familiaridad con la lógica abrasiva de este tipo de multinacionales, tal vez se planteen si los huecos en las lamas no se habrán hecho desde el interior, por unos becarios ansiando libertad.

Edificio Idom
Zarandoa 23, San Ignacio