domingo, 14 de agosto de 2011

Palacio de la Diputación, el miedo al vacío

El horror vacui, o miedo al vacío, es la expresión usada por algunos críticos de arte para explicar o justificar la acumulación excesiva de objetos sobre una superficie. Cuando algunos creadores optan por el “menos es más”, otros pasan al “más” directamente y sin concesiones. Puede que toda la historia del arte no sea otra cosa que una oscilación eterna entre esos dos extremos.

El Palacio de la Diputación de Luis Aladrén (1900) es de los que alardean sin complejos de que cuanto más mejor.  El observador paciente puede inventariar todos los estilos que sofocan este edificio singular. Para los menos inclinados a las tediosas tareas de catalogación, basta mencionar que no se ha desaprovechado ningún elemento como soporte de ornamentación. Los excesos de esta obra impiden el juicio, que en ocasionas como esta, emplean algunos críticos piadosos, calificándolos como “eclecticismo”,

El efecto es abrumador y la vista, ya fatigada después de tal acopio de molduras, añora el descanso de un paramento inmaculado.

Palacio de la Diputación
Gran Vía 25