En las industriosas calles de Londres abundan edificios de
oficinas como este de Frederik Lindus Forge (1916) que comparte con muchos de
ellos el conservadurismo del estilo.
El estancamiento mercantil del último tramo del imperio
británico se refleja en oficinas como estas de Sota Aznar. El clasicismo firme
y apretado de las fachadas juega a ocultar un posible laberinto interior de
largos pasillos e intrincados negociados. A principios del siglo XX solo la
gran banca utiliza ya esta estética cuando apuesta, perdón, invierte en una
imagen más tradicional que dinámica.
La ampliación de Manuel María de Smith de 1926 es
continuista como no podía ser de otro modo. Así, la complacencia inmovilista de
este gran edificio comercial ayuda a fijar el final de una época de esplendor y
es una pena porque es un hermoso edificio pero que transmitió un mensaje
equivocado para un momento histórico que necesitaba energía y transformación.
Oficinas Sota Aznar
Alameda de Mazarredo esq. Ibáñez de Bilbao