Los magníficos ejemplos de arquitectura alto burguesa de
principios de siglo que jalonan la Gran Vía,
tienen su epílogo en este edificio en esquina de Angel Líbano. Se termina en
1927, cuando en la gran fiesta de la economía bilbaína empezaban a mermar las
reservas de champagne.
La distorsión de la realidad en este suntuoso ejemplar de
viviendas de lujo es notable. La afortunada petulancia de sus clientes, permite
a Líbano abandonarse al lirismo y al fetichismo de columnas largas en esta
ensoñación de cuento de princesas.
Las molduras y sobre todo la torre en esquina rematada por
un gran chapitel precisan este cuento centroeuropeo, donde solo falta el fru
fru de la seda de una cenicienta lista para el baile.
El tiempo corre y en 1929, tras las campanadas de Wall
Street, la carroza volvió a ser otra vez calabaza.
Edificio de viviendas
Gran Vía 42-44