Algunos, a diario, se pasean por los alrededores de la Gran Vía , indiferentes al encanto de los Jardines de Albia. Hacen mal. Bilbao, esta ciudad donde la arquitectura se escribe con los rigurosos renglones del racionalismo o con la poesía embarullada del eclecticismo, nos sorprende a menudo con unas líneas bucólicas y mansas como las trazadas por Pedro Ispizua (1944) para este recoleto parque urbano.
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