sábado, 18 de agosto de 2012

Arco de Mallona, Larra, Espronceda, Bécquer


En las entrañas del Casco Viejo, en la acrisolada plaza de Don Miguel de Unamuno, comienza una subida en dos sabores hacia el Parque Etxebarría. Podemos elegir las escaleras de Mallona o una suerte de canal veneciano que corre paralelo, seco y en cuesta.

La ascensión finaliza frente al Arco de Juan Bautista Belaunzarán (1828) y frente al paraje más romántico que hoy nos ofrece la ciudad. El romanticismo de este fragmento de antiguo camposanto no es el de las palabras susurradas entre enamorados sino el del romanticismo dandi, gótico y rebelde de las literaturas de principios del siglo XIX.

 Una noche de luna, unos jirones de niebla o un aullido imaginado pueden convertir a este portalón en el escenario de un duelo, de un suicidio por amor o de un acto desgarrado y simbólico perpetrado por alguno de aquellos caballeros con la mano en el pecho.