No sabemos si el espejo que Javier Mariscal e Iñaki
Aurrekoetxea han colgado de la fachada del Hotel Domine (2000) alberga aviesas
intenciones. Dudamos si busca vivir de la gloria reflejada del entorno, del
Guggenheim mayormente, o si solo quiere tentar el ego descomunal del museo a
una nueva reafirmación de su hermosura.
Aún así, a diferencia de la pérfida reina del cuento de
Blancanieves, la belleza del Domine está en su interior, por lo menos para los
fans de Mariscal y para los que puedan hacer del hotel un hogar aunque solo sea
por unas horas. Los demás nos resignaremos a ver el mundo en sus espejos
exteriores.
Y una tarde de cielo turbio, el Guggenheim repetirá la
pregunta ante el espejo y este, malvado, le responderá que ya no, que Puppy es
el más bello.
FIN
Hotel Domine
Alameda de Mazarredo 63