sábado, 8 de octubre de 2011

Teatro Campos Elíseos, la sabiduría de la contención


El modernismo garrapiñado de la fachada del Teatro Campos Elíseos ha propiciado entre los bilbaínos el apelativo popular de “La Bombonera”. Y como los bombones, este es un edificio que hay que degustar con tiento.

El crujiente chocolate blanco que recubre el teatro puede llevarnos al empalago como cuando al abrir una caja de bombones, cruzamos esa línea invisible que separa el placer o el premio merecido de la más miserable intemperancia.

La exposición prolongada al modernismo puede producir efectos similares al abuso del chocolate. Afortunadamente la geografía bilbaína nos ofrece los oportunos cortafuegos; la poco frecuentada calle Bertendona convierte las visitas al teatro en algo esporádico y sujeto a las leyes del azar, también, la escasez de modernismo en Bilbao hace que un encuentro fortuito con La Bombonera sea una experiencia inusual y placentera.  

Alfredo Acebal y Jean Baptiste Darroguy (1902) nos han dejado un dulce legado, para que los bilbaínos lo degustemos con inteligencia.

Teatro Campos Elíseos
Calle Bertendona