viernes, 30 de septiembre de 2011

Estación de Atxuri, viaje a ninguna parte

Los viajes ya no tienen la lírica de antaño, apenas se han reducido a un problema de algebra que busca el camino más corto entre dos puntos. Pero hubo un tiempo, no tan lejano, en el que los viajeros disfrutaban del trayecto tanto o más que del llegar a su destino. Las grandes estaciones de ferrocarril del siglo XIX y de principios del XX son parte de esa tradición.

Cuando se entraba en lo amplios vestíbulos de esas estaciones; los sonidos, el ambiente y hasta los olores hacían sentir que el viaje o la aventura había comenzado. Muchas de esas estaciones tenían fuerza evocadora espacial y temporal. Ahora estamos aquí y mañana en otra parte, a ser posible bajo un sol generoso y frente a un mar azul. El afán de muchos arquitectos ha sido desde entonces el poder destilar en piedra y hormigón la esencia evocadora del movimiento sugerido.

El maestro Manuel María de Smith parece ajeno a todo eso. Su estación de Atxuri (1912) es un eslabón más dentro de la cadena de obras regionalistas que sorprenden la geografía vizcaína. El estilo vasco y montañés de la estación se transforma en puro medievalismo de estilo casi militar con las pequeñas ventanas, el efecto almenado y la poderosa torre. Si hay alguna construcción estática e inamovible en la historia de la arquitectura, es el castillo medieval.

La ventaja de ser un maestro como Smith es que toda la trayectoria profesional es estable y de gran calidad. A la estación de Atxuri tampoco le faltan méritos dentro de su estilo retro, pero en cuanto a capacidad evocadora para el viajero, tal vez le deje a más de uno con ganas de quedarse en casa.

Foto: wikimapia