martes, 27 de septiembre de 2011

Torres Isozaki, unas escaleras de cine

Puede que lo más destacable del conjunto urbano formado por las Torres de Isozaki (2007) sea su amplia escalinata, un elemento que no es arquitectura en sentido estricto. Y cuando la anécdota o la parte superan al todo, la sensación de oportunidad perdida es inevitable.

Los ingredientes para haber logrado una obra de gran simbolismo están ahí, los dos bloques de vidrio enmarcan una escalinata que enlaza los altos de Mazarredo con el muelle de Uribitarte. Recuerda la escalera que aparece en El Acorazado Potemkin de Eisenstein, que conecta una zona ajardinada de la ciudad de Odessa con los muelles del Mar Negro. Reconforta además la ausencia de las implacables bayonetas zaristas empujando al pueblo ruso hacia el mar.

Arata Isozaki e Iñaki Aurrekoetxea emplean unos volúmenes maclados en la mitad inferior de las torres con la intención de añadir algo de vibración estética a sus desnudos monolitos de cristal. El efecto pirotécnico de este artificio desaparece pronto pero la humareda creada enturbia lo que podían haber sido dos jambas magníficas, limpias y relucientes para la gran escalinata.

Las Torres de Isozaki simbolizan o esbozan una puerta, un punto de entrada inverosímil a la ciudad y la pasarela de Calatrava también contribuye a disipar el efecto destrozando la perspectiva. El lugar idóneo para contemplar las torres es desde el lado opuesto de la ría, pero la pasarela estorba la visón del conjunto.

Esta obra arquitectónica, tal vez desnuda de algunos de sus elementos, podría haber sido evocadora, o quizá todo es intencionado, porque como decía Oscar Wilde, los mejores placeres son los que nos dejan ligeramente insatisfechos.

Torres Isozaki (Isozaki Atea)
Paseo de Uribitarte

Fotos: wikipedia